Hoy comparto con alegría y profunda admiración un documento que considero fundamental para quienes exploramos el arte sensorial y sus múltiples resonancias en la creación escénica contemporánea. Se trata del trabajo de fin de máster de Eva Mª Vila Barros titulado “El lenguaje sensorial de Enrique Vargas y Teatro de los Sentidos”, presentado en 2015 en el Máster de Artes Escénicas de la Universidad de Vigo.

Eva Vila nos invita a sumergirnos en una obra rigurosa y poética a la vez, donde se entreteje la experiencia vivida —como actriz de la compañía entre 1994 y 1997— con una investigación teórica que ilumina las claves del universo de Enrique Vargas. La autora no solo documenta con precisión la evolución del Teatro de los Sentidos desde sus orígenes en Colombia, sino que analiza en detalle las herramientas del lenguaje sensorial: el juego, el silencio, la oscuridad, la memoria del cuerpo, el laberinto, entre otros. Un verdadero “ars poetica” de esta forma de hacer teatro que transforma a quien lo vive desde adentro.

Además, el texto contiene entrevistas, vocabulario propio del grupo y una cuidada descripción de montajes emblemáticos como El Hilo de Ariadna y Oráculos, convertidos ya en referencias imprescindibles del teatro inmersivo y ritual.

¿Por qué es importante este texto hoy?
Porque en tiempos donde lo escénico a menudo se ve reducido a lo visual, esta obra reivindica lo sensorial como vía de conocimiento, sanación y transformación. Porque devuelve al cuerpo su protagonismo en la dramaturgia. Porque nos recuerda que el arte no se trata solo de representar, sino también de recordar, sentir y habitar.

📄 Puedes leer o descargar el texto aquí:
👉 El lenguaje sensorial de Enrique Vargas y Teatro de los Sentidos – Eva Mª Vila (PDF)

Sé que este texto de Eva Vila no es el único que recoge las enseñanzas de Enrique Vargas. De hecho, hay una especie de leyenda urbana que ha circulado por años entre quienes hemos sido tocados por su trabajo. Cuenta que cada vez que alguien escribía algo sobre él o su teatro, Enrique nunca lo leía… simplemente lo guardaba en un cajón, que con el tiempo se fue llenando, y llenando, y llenando.

No me consta. Pero lo creo al cien por ciento.

Ojalá algún día podamos acceder a ese archivo invisible —ese gran cajón lleno de textos, memorias, dibujos, cuadernos, intuiciones— que artistas y viajeros han escrito inspirados por su teatro.